En Septiembre último falleció Doña Carmen, la madre de uno de los atletas célticos más grandes de la historia, Javier Alvarez Salgado. Y en tan triste ocasión, la presencia de Javier, con la de Ramón Magariños y Carlos Pérez y la del técnico Alfonso Ortega, que estuvieran los 4 en los Juegos Olimpicos de México 1968, nos permitió recordar que habian transcurrido, ya, 40 años de aquella gran fiesta olimpica y que un dia triste les reunia de nuevo, excepcionalmente, cumplidos en el mes de octubre corriente, que habia sido el de la celebración olimpica en la capital mexicana, a 2.248 metros sobre el nivel del mar. Cuatro célticos que tuvieran el alto honor de representar a España en la cita cuatrienal de 0ctubre 1968 : Carlos Pérez en el marathon; Ramón Magariños en los 400 m. lisos y Javier Alvarez Salgado en 3.000 m. obstáculos, con Alfonso 0rtega de entrenador.
Otro olimpico asistiera al entierro, ex-atleta céltico por cierto, Franco Cobas, que lo fuera en remo en los Juegos de Roma 1960 y ahora es Presidente del Real Club Náutico de Vigo.
Se cumple, por tanto, el 40 aniversario de los Juegos Olimpicos más fecundos y prodigiosos en la historia del atletismo. Una lluvia de récords inundó México 1968 y varias secuencias quedaron grabadas para la posteridad, como el majestuoso vuelo de Bob Beamon en longitud (8,90 m.), el innovador estilo de Fosbury en el salto de altura y el impactante acto reivindicativo de los derechos de la raza negra de Tommie Smith y John Carlos. La protesta del “Black Power” aun permanece viva en las conciencias.
En efecto, el tiempo no se detiene y ahora nos vemos, los de entonces, bastante más viejos a todos los niveles, queriendo dar paso a la nueva juventud que llega cada dia más escasa al atletismo, falta en buena parte de voluntad de trabajo, porque su formación dista mucho de la disciplina de entonces, prefiriendo dar rienda suelta a tantas cosas como la vida moderna ha puesto a su alcance y desistiendo de perseverar en la escuela deportiva tan excelente que es la del atletismo.
La carencia de los medios económicos precisos impide desarrollar la auténtica labor que en el Celta deseariamos, además.
No todos lo podemos todo.