Inicióse en los campeonatos escolares de 1960, pasando desapercibido, luego hizo 58,4 en 400 para principiantes y seguidamente vino a mis manos, acabando el año en 53,8.
Era yo un entrenador sin titulo, simplemente de lecturas, pero dotado de un entusiasmo juvenil que me hizo adquirir libros de atletismo dondequiera que los hubiese. Y uno, “Franz Stampfl on running”, inglés, comprado en 1955 y que conservo, ofrecia los primeros planes de entrenamiento fraccionado, de velocidad al fondo, que salian a la luz del atletismo internacional. Era algo nuevo, inédito. Fueron mi inspiración para aplicar a mis jóvenes discipulos, una docena en total. Entre ellos, Rogelio Rivas, el primer olimpico céltico de la historia. El invierno 60-61 lo pasamos entrenando 4-5 dias por semana en los jardines de entonces frente al Real Club Náutico de Vigo, que me dejaban su gimnasio y vestuarios, entre las 20,30 y 22 horas, y daban opción a hacer series de 150 y 500 metros y salidas de 30 metros, que complementábamos el domingo en la ceniza de Balaidos. Vivia Rogelio en la calle Velázquez Moreno, cerca, y sus estudios le dejaban poco margen, pero era un chaval muy disciplinado y tuvo voluntad de superación, por lo que, entrenar en el centro de la ciudad nos facilitaba mucho las cosas. Además, yo salia cada dia a las 20 horas de mi trabajo como secretario del Director en la extinta e histórica Casa Mar, primera empresa mundial pesquera en su tiempo, muy lejano ya.
Paulatinamente, sus aptitudes se corroboraron en las competiciones y en octubre de 1961 seria doble campeón de España juvenil de 100 y 200 m. y tambien del 4×100, en las pistas madrileñas de Vallehermoso, abriéndole las puertas de la Blume, tras acabar la temporada con 3 récords gallegos juveniles : 10,9 en 100, 22,3 en 200 y 50,7 en 400- En Madrid continuó su vida atlética por espacio de un decenio, siempre por el Celta (véase su biografia en Atletas Destacados).
ALFONSO POSADA